sábado, 13 de octubre de 2012

Aristea Spiralis


Hubo en mi vida cierta vez, un largo periodo de obsesion por todo lo relacionado a la Botánica, obsesion que consumió mis proyectos anteriores para dedicarme de lleno al estudio de dicha materia. Llegue a recibirme en muy pocos años dada mi avidez de conocimiento y muy poco tiempo despues de haber terminado los estudios me encontré trabajando como profesor en la universidad de mi ciudad en la que pasaba además largas horas estudiando en la biblioteca del lugar y en su completo laboratorio, en el cual me encerraba a observar felizmente aquello que me apasionaba con locura.
Mi familia, la cual se componía de dos hijos y una hermosa esposa, me apoyaban en todos mis proyectos y eso me animaba a seguir adelante con mi  curiosidad de niño. Era feliz en cierto modo, pero por otra parte, mi obsesión me impedía serlo completamente,  siempre me encontraba yo insatisfecho.
Cierto día, uno de mis colegas de la cátedra en la universidad, Mateo, quien hace poco había regresado de un viaje del África, me obsequio una semilla extraña, de la especie de flor 
Aristea Spiralis, la cual me contó, era muy extraña y dificil de conseguir. De por si la semilla tenia una forma extraña, y de un color rojo intenso, era raro, ya que no era el color que  le conocia por fotografia a esa flor. Yo apreciaba a Mateo, era un buen hombre, y siempre se dirigía hacia mi con respeto, no parecia molestarle en lo mas minimo que mi cargo fuese mas elevado que el suyo, pese a mi corta edad.

En mi frenesi de investigar algo nuevo para mi, corrí a mi hogar para poder plantar aquella semilla en el vivero que tenia yo en mi casa, donde me dedicaba a la investigación. Una vez enterrada en la húmeda tierra, me marche muy alegre a cena.
Sorpresa y curiosidad fueron las sensacion que experimente cuando a la mañana siguiente, encontré que donde había plantado la semilla, había un pequeño tallo. La rapidez con la que se había gestado aquel tallo era inusual, y no me preocupo igualmente la anormalidad de aquel evento, estaba viendo algo que muy pocos podian, era testigo de un fenomeno natural.
Transcurrieron los días, sin dejar de crecer, la flor crecía conforme a su hermosura, era gigante y sus petalos eran de un color rojo intenso, lo cual era curioso, por lo poco que conocía yo de aquella semilla, el color debia ser turquesa o de un color mas del tipo violaceo, pero poco me interesaba, solo me limitaba a contemplar su belleza, no tenia ojos para otra cosa, ni pensamientos para otras molestas cuestiones.
Pasadas ya un par de semanas, en las cuales seguí con atención cada cambio, anotándolo y observando. Hasta que descubrí aquel detalle, aquella figura en sus petalos anormales y gigantescos de color rojo, que me quito la respiración, y mis ganas de seguir investigando cualquier cuestion que se relacionara con la botánica, fue inmenso el miedo que senti cuando encontre aquella mañana, en sus hojas un extraño dibujo, eran rostros horrendos, como mascaras de la muerte, dibujadas en cada una de sus enorme petalos de color rojo oscuro. En un principio reprendí a mis hijas por haber estado jugando en mi vivero, y haber dibujado esos horrores sobre mi material de estudio, pero aquello no era un dibujo echo por el ser humano, eran dibujos de un carácter maligno, como yo nunca había visto, no creo que tal horror viniera de la naturaleza, de seguro era  alguna tenebrosa malformación de la semilla producida por una cruel mente humana. Pese a todo esto, no me atreví a hacerle nada a aquel espécimen de flor.
Al fin, un dia despues, logre juntar coraje para observar aquellas caras dibujadas, pude notar que todas ellas eran tristes, con sus facciones enjutas, y deformes, como  demonios de pinturas en tiempos lejanos ¿Que escondian en esa tristeza maldita repleta de fealdad? Esos eran algunos de los interrogantes que pasaban por mi mente en aquellos días, pero poco podría averiguar yo, ningún libro conocido por mi trataba sobre este tema, y cuando acudí con mis dudas a Mateo, tampoco supo decirme, aunque para mi gusto, tomo el tema con demasiada ligereza, sin creerme o tratándome de exagerado, lo que me irrito bastante debo admitir.
Mi relato entonces, llega a aquella noche, cuando volvía de dar mis clases en la universidad, y como era costumbre, antes de entrar a mi casa, solía ir al vivero y ver como estaba todo, una costumbre alimentada por mi obsesión. Esa noche, llegaba con un mal presentimiento, el cual deseche con algunos tragos de camino al hogar, pero todo el embotamiento del alcohol, lo poco mareado que me hallaba, se diluyo cuando observe los terribles petalos rojos del ahora, arbol-flor, fruto de aquella asquerosa semilla. Las caras sobre sus petalos habian cambiado, ya no mostraban expresiones tristes, sino que eran felices, un gesto de demoniaca felicidad poblabla aquellos rostros regordetes y malformados, un miedo intenso se apodero de mi, ¿Temía acaso una mano oscura sobre mi hombro, en las penumbras de mi vivero?  ¿Temía acaso que aquellas caras infladas de un enfermo fervor me asaltaran de pronto? Corrí hacia la puerta de mi casa, sudando y tembloroso, como bajo un efecto febril. El espectaculo dantesco que me aguardaba cruzando la puerta nunca mas lo olvidares ni nadie olvidara mi grito de desesperacion, cuando descubrí a mi familia en medio de un océano de sangre, con la destrucción de cada trozo de sus vidas esparcidos por toda la casa y con aquella sangre, en la pared, algun ser horrendo habia dibujado aquellas mismas caras de los petalos de la "Spiralis". Ahora podía ver con claridad, el porque de aquel desenlace macabro, en mi dolor solo pude pronunciar un nombre, aquel que recuerdo cada día de mi penosa vida en esta celda, aquel que susurro una maldicion sobre la semilla entre dientes, mascando envidia, odio y rabia, aquel que me quito lo que yo mas amaba. Todos mis pensamientos mas oscuros se arremolinan ahora alrededor de una sola persona, solamente un  nombre: Mateo

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