miércoles, 30 de enero de 2013

Al borde del abismo

Y acaricio el filo, te observo a los ojos, murmuras palabras de seducción. Tu oscuridad es tan espesa, tan palpable, podría engullirla, así como mastico tu polvo y tus colores opacos, tengo miedo.

Me quedo ciego, soy solamente carne, soy  como dios, pero mejor ¿Que mas podría pedir? Ahora que me llevas y me sonreís, me decís "Aun no". Jugaste conmigo, hiciste que destruya cada neurona que me quedaba por el temor que albergaba en mi corazón.
Soy débil y tengo miedo, te tengo miedo pero al mismo tiempo te desafío, te observo con mirada dura y torva. Soy solo un pequeño paso para vos, solo debes estirar la mano, alcanzarme, llevarme a tu manto de frialdad, pero me opongo, te miro desde mi balcón  y me opongo. Te observo desde el gatillo de la vida, y me temo a mi mismo por atraerte, te odio, te temo y te odio.
No te atrevas a decir que soy cobarde, que soy un niño perdido en tu mundo. No quieras nombrar mis múltiples problemas que me llevan a atraerte. Dios lo sabe, y dios soy yo, tanto como mi vecino o cualquier otro que camine. Veo a dios todos los días, y cada vez que lo observo a su inmunda cara, observo con cara de asco como en un espejo, entonces esos momentos frente a múltiples dioses, te llamo, amago, dejo que juegues conmigo, caigo en mi depresión de océanos tan profundos. Pero luego llega ella, y vos te vas, sin dejar rastro, dejo ese trozo de metal de muerte, dejo de observarte por mi balcón, soy libre nuevamente. Solo queda tu recuerdo, que me susurra "Ya nos veremos".

No hay comentarios:

Publicar un comentario