martes, 27 de noviembre de 2012

Triste y corta historia de una manzana.

Soy una manzana, tengo vértigo, cuelgo de un árbol y tengo vértigo. Mis compañeras se ríen de mi y me torturan con la idea de mi pronta caída de la rama. Ya vi varias caerse y realmente da terror,  me da pavura también la idea de que me coman, me mastiquen, perder la vida sin poder haber hecho nada mas que eso, ser devorado.
Me aferro a la rama que me sostiene y miro con miedo el lejano suelo. Y pienso en que vendrá, si mi vida vale algo para otros, en porque mis compañeras de sufrimiento están tan tranquilas y relajadas ¿Lo llevaran dentro suyo? ¿Sera la resignación de saber que igualmente serán comida? No lo se, no puedo afirmarlo, entonces le pregunto a una de ellas como es que no tiene miedo, no sabe contestarme y ya no indago mas, me resigno, me incluyo en el grupo de la comida, seré un pastel, o simplemente una manzana mordida. Con suerte, termine pudriéndome en alguna canasta de manzanas, mi muerte seria entonces un poco mas digna y mi vida mas larga ¿Pero de que vale saber que de un modo u otro moriré a merced del humano? Sin libertad, sin poder tomar mis propias decisiones, sin ser participe de la construcción de mi futuro. Seré una manzana ¡Pero una manzana pensante!
Por fin llega el día, siento el chasquido, mi cabito se desprende de la rama y voy cayendo, el tiempo de caída se vuelve largo e insoportable, observo girando en el aire, el suelo que se acerca, los sonidos se apagan y golpeo. El dolor es profundo y punzante, no puedo ver, no puedo sentir, solo vuelvo a ver cuando una mano me toma y me coloca en una cesta repleta de manzanas. Todas gritan, todas sienten terror, pero yo ya me resigne, mi vida ya fue tomada ¿Valieron mis pensamientos para algo además de desesperarme y no disfrutar mi corta vida en el árbol?
Soy una manzana, y ya no tengo miedo, acepte por fin mi destino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario